Mi primer acercamiento a la fotografía ocurrió en mi infancia, cuando un fotógrafo del barrio solía retratar a los transeúntes, incluyéndome en varias ocasiones. Un día, descubrí el mundo fascinante del cuarto oscuro, el cuarto de revelado: cámaras de fuelle, una ampliadora y un mar de fotografías en blanco y negro. Ese ambiente misterioso dejó una huella profunda en mí. Esa y otras breves experiencias que me acercaron a la máquina capaz de capturar imágenes, despertó en mí una curiosidad insaciable por querer entender cómo se crean las fotografías.
En la actualidad, el ejercicio de la fotografía trasciende el ámbito de la mera pasión personal para constituirse en un estilo de vida profundamente arraigado en mi quehacer cotidiano. Este compromiso se fundamenta en la convicción de que la fotografía no solo captura instantes efímeros, sino que también actúa como un medio poderoso para preservar y rescatar memorias que, en muchos casos, permanecen ocultas o relegadas al anonimato. Instituciones locales, archivos familiares, asociaciones comunales y otros espacios de resguardo cultural poseen un potencial invaluable para reconstruir las narrativas colectivas y relatos intergeneracionales de nuestras comunidades.
El año 2004 con un grupo de amigos historiadores y artistas plásticos emprendimos el proyecto de crear un colectivo artístico multidisciplinario llamado MIRADAS el cual hasta la fecha viene presentado exposiciones colectivas en distintas galerías de arte de Lima o en galerías de alguna institución educativa cultural. Es a través de este colectivo que también participo como creador, mostrando algunas piezas fotográficas que componen mi proyecto Mirador SUR.